María, discípula perfecta de Cristo


Su corazon estaba ya cargado de anuncios y maravillas anteriores pero ahora era su Hijo de doce años el que se habia definido y anunciado a si mismo. La meditacion de Maria no cesaria ya nunca aunque el Niño habia vuelto con ellos y les estaba sujeto, porque no parecia que iba a ingresar en la escuela de rabinos ni de escribas, sino que la misiin de aquel Niño estaba por encima de todo lo que pudieran enseñarle los doctores de la Ley.
Luego, los años ocultos de la vida de Jesus. La base de la enseñanza judia era rezar y aprender la Escritura, cosas que se ejercitaban en la sinagoga. Maria contemplaria con emocion el desarrollo intelectual y cultural de su Hijo.
Todos alli, al entrar o salir de casa tocaban con dos dedos el pico del pergamino que asomaba de un cajoncillo de madera puesto en la jamba de la puerta, pero aquel Niño venia a superar todo eso, a airear el pergamino del cajon y a vencer, con el espiritu, la letra. En su futura predicacion diria continuamente: -"Os fue dicho..., pero yo os digo". Y apuntaria siempre hacia un nivel superior de espiritualismo.