Domingo 2º del t. ordinario (C)


profecía de Isaías 61, 1-5: Por amor de Jerusalén no descansaré, hasta que rompa la aurora de su justicia y su salvación llamee como antorcha. Los pueblos verán tu justicia, y los reyes tu gloria; te pondrán un nombre nuevo, pronunciado por la boca del Señor. Serás corona fúlgida en la mano del Señor y diadema real en la palma de tu Dios. Ya no te llamarán "abandonada", ni a tu tierra "devastada"; a ti te llamarán "Mi favorita", y a tu tierra "Desposada"; porque el Señor te prefiere a ti y tu tierra tendrá marido. Como un joven se casa con su novia, así se desposa el que te construyó; la alegría que encuentra el marido con su esposa, la encontrará tu Dios contigo.

Salmo 95, 1-10: Contad las maravillas del Señor a todas las naciones.

1 Corintios 12, 4-11: Hay diversidad de dones, pero un mismo Espíritu; hay diversidad de servicios, pero un mismo Señor; y hay diversidad de funciones, pero un mismo Dios que obra todo en todos. El Espíritu se manifiesta en cada persona para el bien de todas. Una persona recibe del Espíritu el hablar con sabiduría; otra, el hablar con inteligencia, según el mismo Espíritu. Hay quien recibe el don de la fe; y otro, por el mismo Espíritu, don de curar. A una persona le es concedido hacer milagros; a otra profetizar. A otra, distinguir los buenos y los malos espíritus. A una persona, la diversidad de lenguas; a otra el don de interpretarlo. El mismo y único Espíritu obra todo esto, repartiendo a cada uno en particular como a él le parece.
Evangelio según S. Juan 2, 1-11: Había una boda en Caná de Galilea y la madre de Jesús estaba allí; Jesús y sus discípulos estaban también invitados a la boda. El vino se acabó y la madre de Jesús le dijo: - No tienen vino. Jesús le contestó: -Mujer, todavía no es mi hora". La madre de Jesús dijo a los sirvientes: Haced lo que El diga. Había allí seis tinajas de piedra, de unos cien litros cada una. Jesús les dijo: - Llenad las tinajas de agua. Y las llenaron hasta arriba. Entonces les mandó: -Sacad ahora y llevádselo al mayordomo. Ellos se lo llevaron. El mayordomo probó el agua convertida en vino sin saber de dónde venía (los sirvientes sí lo sabían, pues habían sacado el agua), y entonces llamó al novio y le dijo: -Todos ponen primero el vino bueno y cuando ya han bebido dan el malo, pero tú has guardado el vino buena hasta ahora. Así, en Caná de Galilea Jesús comenzó sus signos, manifestó su gloria y aumentó la fe de sus discípulos en él.