Santisima Trinidad, Domingo 11º t. Ordinario (A)




Éxodo 34,4b-6.8-9:

Moisés subió de madrugada al monte Sinaí, como le había mandado el Señor, llevando en la mano las dos tablas de piedra. El Señor bajó en la nube y se quedó con él allí, y Moisés pronunció el nombre del Señor.
El Señor pasó ante él, proclamando: «Señor, Señor, Dios compasivo y misericordioso, lento a la ira y rico en clemencia y lealtad.»
Moisés, al momento, se inclinó y se echó por tierra. Y le dijo: «Si he obtenido tu favor, que mi Señor vaya con nosotros, aunque ése es un pueblo de cerviz dura; perdona nuestras culpas y pecados y tómanos como heredad tuya.»

2ª carta de S. Pablo a los Corintios 13, 11-13:
Hermanos:
Alegraos, trabajad por vuestra perfección, animaos; tened un mismo sentimiento y vivid en paz.
Y el Dios del amor y de la paz estará con vosotros. Saludaos unos a otros con el beso de la paz.
Os saludan todos los fieles.
La gracia de nuestro Señor Jesucristo, el amor de Dios y la comunión del Espíritu Santo esté siempre con vosotros.
Palabra de Dios

Salmo 3. A ti gloria y alabanza siempre

Evangelio según S. Juan 3, 16-18:

Jesús dijo a Nicodemo:
Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único, para que no muera ninguna persona que cree en Él, sino que tenga vida eterna.
Porque Dios no mandó a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo se salve gracias a Él.
La persona que cree en Él, no será condenada; la persona que no cree, ya está condenada, porque no ha creído en el nombre del Hijo único de Dios.