Domingo 12º del t. ordinario (C)




Lectura del profeta Zacarías 12,10-11;13,1:
El Señor dice: «Derramaré un espíritu de gracia y de clemencia sobre la dinastía de David y sobre los habitantes de Jerusalén . Me mirarán a mí, a quien traspasaron, harán llanto como llanto por el hijo único, y llorarán como se llora al primogénito. Aquel día, será grande el luto en Jerusalén, como el luto de Hadad-Rimón en el valle de Meguido.» Aquel día, se alumbrará un manantial, a la dinastía de David y a los habitantes de Jerusalén, contra pecados e impurezas.

Salmo 62: Mi alma está sedienta de ti, Señor, Dios mío.

Carta a los Gálatas 3,26-29:
Hermanos: Todos sois hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús. Los que os habéis incorporado a Cristo por el bautismo os habéis revestido de Cristo. Ya no hay distinción entre judíos y gentiles, esclavos y libres, hombres y mujeres, porque todos sois uno en Cristo Jesús. Sois de Cristo y sois descendencia de Abrahám y herederos de la promesa.

las fuentes del Jordán en Cesárea de Filipo.

Evangelio según S. Lucas 9,18-24:
Jesús estaba orando solo, se acercaron sus discípulos y les preguntó: «¿Quién dice la gente que soy yo?» Ellos contestaron: «Unos dicen que eres Juan el Bautista, otros que Elías, otros dicen que eres un antiguo profeta que a vuelto a la vida » Jesús les preguntó: «Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?» Pedro dijo: «El Mesías: el enviado de Dios.» Jesús les prohibió decírselo a nadie. Y añadió: «El Hijo del hombre tiene que sufrir mucho, ser desechado por los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, ser ejecutado y resucitar al tercer día.» Y dijo a todos: «La persona que quiera seguirme, que se niegue a sí misma, cargue con su cruz cada día y se venga conmigo. Pues el que quiera salvar su vida la perderá; pero el que pierda su vida por mi causa la salvará.